Me encuentro como de costumbre leyendo algunas noticias en algunos diarios de la Ciudad de México, y me tope con este muy interesante mapa que detalla de buena manera las rutas del narcotráfico y operaciones en la Republica Mexicana.
Y cabe decir que es la primera vez que veo un mapa tan detallado y de forma tan abierta y para no variar me pregunto lo siguiente:
Porque si se tiene un mapa tan detallado de las rutas y operaciones que realiza el narcotráfico, el gobierno no hace nada para detener ese flujo de mercancías.
¿Que no se supone que tenemos agencias aduanales en cada puerto marítimo y cruce fronterizo del país, la cual una de sus funciones son las de detener el trafico ilícito de mercancías?
¿Dónde está nuestra agencia de inteligencia, donde están sus programas para detener este tráfico de drogas, donde están los planes de acción para hacerlo?
A ver si México cuenta con buen nivel de tecnología gracias en mayor parte a la UNAM y al IPN, y si ya hemos lanzado satélites de comunicación al espacio. ¿Que no es posible poner un satélite militar que haga una radiografía del país y detecte todo aquello que parezca un laboratorio ilícito o plantíos de marihuana en la sierra norte del país?
O que nuestro gobierno no puede pedir a los E.U. que utilicé sus satélites espías y haga un mapeo de nuestro territorio, o me van a decir que los E.U. no lo ha hecho ya, pero que no lo hacen público, porque según nuestros gobernadores entonces estarían violando la soberanía del país. Dejen me acabo de reír porque eso ni pinocho se los creerá.
Ah pero eso si agencias de la DEA infiltradas en México si existen pero que nadie diga nada, es un secreto a voces.
O si de plano si el gobierno sale con la excusa de que un satélite militar es muy caro, pues la respuesta es muy fácil, agarren Google Earth y verán cómo hay infinidad de lugares que cualquiera puede ver desde su computadora y que se ve como hay mansiones en la cima de una Sierra con pistas de aterrizaje. Y no me van a decir que son licitas ¿o sí?
Otra cosa que me llamo la atención de este mapa es que según la Secretaria de la Defensa, dice que solo hay pocas aéreas que no están bajo la influencia del narcotráfico. Ejem ejem, permítanme poner eso en tela de juicio.
A ver empecemos, dicen que en B.C.S. no hay carteles envueltos. ¿Sera cierto? Me van a decir que en Cabos San Lucas, no corre la droga, y que en la Paz y los Cabos los jefes de los carteles no tienen casas de veraneo.
¿Que en el centro del país no ningún cartel que esté haciendo alboroto? Si es así, habrá que preguntarle a la gente de Cuernavaca, Estado de México, Querétaro, Guanajuato, si esto es cierto. Cuando tienen de vecino a los estados de Michoacán, Guerrero, Tampico, Coahuila, Nuevo León.
Nadie me va a decir que en muchas zonas de lujo del centro del país incluyendo a la capital mexicana, no es bien sabido que los altos jefes del narcotráfico, tienen propiedades y mus seguramente base de operaciones. Pero según el ejército dice que ahí no pasa nada.
Y para acabar según su mapa dicen que en Chiapas no hay influencia de carteles, Yo me pregunto ¿Que no es Chiapas la principal entrada de indocumentados que quieren ir a los E.U.? ¿Qué no es en Chiapas donde la impunidad y la corrupción se da como si fuera el aliento de la vida de una manera tan natural y en donde el tráfico de armas es sin lugar a dudas eje de la vida de la frontera sur?
De acuerdo a mi experiencia en algunos viajes dentro de la republica, gente común que vive en ciertos lugares me comentaron que el tráfico de drogas es muy fuerte y que la policía o las autoridades no hacen nada. De ser así entonces porque dicen que en Chiapas no pasa nada. Vayan y pregúntenle a la gente que vive en la ciudad de Palenque si esto es cierto o no.
Es muy bueno saber dónde y cómo se opera la droga en México pero mejor sería saber y leer que se está haciendo para detenerla. Y no me refiero de una manera violenta y estúpida de combatir fuego con fuego. Mejor sería saber cómo están atacando las cuentas bancarias de los carteles. Mejor sería ver un mapa grafico mostrando donde está la cabeza del dragón y donde termina la cola, indicando cuáles son sus actividades financieras y como se están atacando y aniquilando sus fondos de ingresos.
Ya para acabar, mientras nosotros seguimos en guerra, el estado de California en los E.U. esta próximo a votar sobre la legalización de la marihuana en ese estado. Que padre es ver que nosotros lavamos los platos mientras los gringos se harán ricos con la distribución y comercialización de la droga de manera licita. Habrá que ver que cartel quiere ser el numero uno proveedor de estos próximos legales comerciantes en los E.U.
Los dejo con este otro texto tomado del Diario la Crónica en donde refleja de buena manera cual es uno sino es que es el peor mal que aqueja a México desde décadas y que para mí es la razón principal de todos nuestros pesares.
Ha pero Don Felipe quiere que se hable bien del país en todos lados, y de que sabor es mi helado, si la comunidad internacional nos tiene como un país que se está cayendo a pedazos y no hace nada por resolverlo. Bueno nadie puede culpar a Don Felipe, soñar no cuesta nada, no.
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Corrupción, tragedia nacional
Alejandro Landero Sábado 30 de Octubre, 2010 |
Transparencia Internacional, organización de la sociedad civil comprometida con la lucha contra la corrupción, presentó el pasado 25 de octubre el Índice de Percepción de la Corrupción 2010, indicador que mide la percepción de la corrupción en 178 países. El resultado que obtuvo México fue muy lamentable, una calificación reprobatoria de 3.1 sobre 10. El peor indicador en toda la década. El índice mide percepciones y no analiza datos duros sobre los actos de corrupción; tampoco evalúa los esfuerzos legales, administrativos o judiciales que se estén haciendo para combatir este flagelo. Ello conlleva a que algunos funcionarios descalifiquen dicho índice.
Si bien es cierto que la percepción no es la realidad, analizando la tabla de países que se evalúan, en este caso, sí hay coincidencia. Hay países como Dinamarca, Nueva Zelanda, y Singapur que aparecen con menos percepción de corrupción, y Afganistán, Myanmar y Somalia son calificados como las naciones de mayor opacidad.
México obtuvo su mejor indicador en 2001, al inicio de la administración del presidente Fox. De ahí se pasó a un estancamiento y ahora presenta un declive. Hay diversos motivos que pueden explicar, en parte, el porqué desde el inicio de la era democrática no hemos avanzado en la percepción sobre la situación de la corrupción. Una explicación es que la misma libertad de prensa ventila, como nunca antes, la corrupción existente en el gobierno. Además, los diversos partidos políticos han asumido responsabilidades de gobierno y han demostrado que la corrupción no era monopolio del PRI. También puede estar impactando en la percepción la lucha contra el crimen organizado.
Sin embargo, el declive mismo de la calificación muestra que la lucha contra la corrupción está teniendo un retroceso, o en el mejor de los casos, un estancamiento. La transición a la democracia planteaba la posibilidad de reducir la corrupción. Sin embargo, diez años después de la alternancia, los enclaves de autoritarismo y corrupción persisten y algunos se han fortalecido, sobre todo en el ámbito local.
México ha emprendido diversas reformas que incluso han logrado el reconocimiento internacional, como la Ley de Transparencia y Acceso a la Información. Pero quizá la batalla más importante no ganada en México es que aún no estamos convencidos sobre los graves efectos que trae consigo la corrupción; nos hemos ido acostumbrando a ella, hemos minimizado sus consecuencias y hoy está corroyendo al país por todas partes. Peter Eigen, fundador de Transparencia Internacional, afirma: “La corrupción es un vicio capital de nuestra época que muestra su desagradable rostro en todas partes. Se halla en la raíz de casi todos los problemas importantes —o al menos impide su resolución— y actúa de manera especialmente devastadora en las regiones más pobres del mundo, donde mantiene atrapados a millones de seres humanos en la miseria, la pobreza, la enfermedad, la explotación y brutales conflictos”. Muchas veces, las consecuencias de la corrupción no las vemos inmediatamente, pero se presentan en diversas formas: reducción de inversiones y empleos, malos servicios públicos, pobreza, falta de competitividad, serios problemas de seguridad, crimen organizado, pérdida de confianza social, entre muchos otros efectos.
Hoy urge hacer un gran pacto social contra la corrupción y adoptar medidas como:
Elaborar una estrategia integral contra la corrupción que comprometa a los distintos niveles de gobierno, al sector empresarial, los medios de comunicación y los ciudadanos.
Fortalecer el estado de derecho para combatir la enorme impunidad que existe en el país, llevando a cabo una reforma profunda del Poder Judicial.
Fiscalizar de forma más oportuna y transparente a la obra pública, cuyo precio es recurrentemente abultado.
Renovar a los cuerpos de seguridad pública y tránsito, una de las áreas donde el ciudadano resiente de forma más cercana la corrupción.
Modernizar la administración pública en todos sus niveles, digitalizando servicios y formando mejor a los que debiesen ser servidores públicos.
Llevar a cabo una revolución ética y cívica, en las escuelas y en la familia, que nos haga tener aprecio por la vida en comunidad.
Pero al final, ninguna ley y ninguna acción serán suficientes si no hay un renacimiento moral de la persona. Václav Havel afirmaba: “Lo peor es que vivimos en un medio moral podrido. Estamos moralmente enfermos, porque nos hemos acostumbrado a decir algo diferente de lo que pensamos. Hemos aprendido a no creer en nada, a no fijarnos el uno en el otro, a ocuparse cada uno de sí mismo.
Ha quedado demostrado que la democracia, por sí misma, no genera una cultura de legalidad y transparencia. Se requiere algo anterior, más básico y fundamental, que es: el compromiso de vivir con coherencia personal, el deseo de educar a los hijos en valores trascendentes, la convicción profunda de querer construir una patria grande, donde todos vivamos mejor. Ese es el desafío.
Si bien es cierto que la percepción no es la realidad, analizando la tabla de países que se evalúan, en este caso, sí hay coincidencia. Hay países como Dinamarca, Nueva Zelanda, y Singapur que aparecen con menos percepción de corrupción, y Afganistán, Myanmar y Somalia son calificados como las naciones de mayor opacidad.
México obtuvo su mejor indicador en 2001, al inicio de la administración del presidente Fox. De ahí se pasó a un estancamiento y ahora presenta un declive. Hay diversos motivos que pueden explicar, en parte, el porqué desde el inicio de la era democrática no hemos avanzado en la percepción sobre la situación de la corrupción. Una explicación es que la misma libertad de prensa ventila, como nunca antes, la corrupción existente en el gobierno. Además, los diversos partidos políticos han asumido responsabilidades de gobierno y han demostrado que la corrupción no era monopolio del PRI. También puede estar impactando en la percepción la lucha contra el crimen organizado.
Sin embargo, el declive mismo de la calificación muestra que la lucha contra la corrupción está teniendo un retroceso, o en el mejor de los casos, un estancamiento. La transición a la democracia planteaba la posibilidad de reducir la corrupción. Sin embargo, diez años después de la alternancia, los enclaves de autoritarismo y corrupción persisten y algunos se han fortalecido, sobre todo en el ámbito local.
México ha emprendido diversas reformas que incluso han logrado el reconocimiento internacional, como la Ley de Transparencia y Acceso a la Información. Pero quizá la batalla más importante no ganada en México es que aún no estamos convencidos sobre los graves efectos que trae consigo la corrupción; nos hemos ido acostumbrando a ella, hemos minimizado sus consecuencias y hoy está corroyendo al país por todas partes. Peter Eigen, fundador de Transparencia Internacional, afirma: “La corrupción es un vicio capital de nuestra época que muestra su desagradable rostro en todas partes. Se halla en la raíz de casi todos los problemas importantes —o al menos impide su resolución— y actúa de manera especialmente devastadora en las regiones más pobres del mundo, donde mantiene atrapados a millones de seres humanos en la miseria, la pobreza, la enfermedad, la explotación y brutales conflictos”. Muchas veces, las consecuencias de la corrupción no las vemos inmediatamente, pero se presentan en diversas formas: reducción de inversiones y empleos, malos servicios públicos, pobreza, falta de competitividad, serios problemas de seguridad, crimen organizado, pérdida de confianza social, entre muchos otros efectos.
Hoy urge hacer un gran pacto social contra la corrupción y adoptar medidas como:
Elaborar una estrategia integral contra la corrupción que comprometa a los distintos niveles de gobierno, al sector empresarial, los medios de comunicación y los ciudadanos.
Fortalecer el estado de derecho para combatir la enorme impunidad que existe en el país, llevando a cabo una reforma profunda del Poder Judicial.
Fiscalizar de forma más oportuna y transparente a la obra pública, cuyo precio es recurrentemente abultado.
Renovar a los cuerpos de seguridad pública y tránsito, una de las áreas donde el ciudadano resiente de forma más cercana la corrupción.
Modernizar la administración pública en todos sus niveles, digitalizando servicios y formando mejor a los que debiesen ser servidores públicos.
Llevar a cabo una revolución ética y cívica, en las escuelas y en la familia, que nos haga tener aprecio por la vida en comunidad.
Pero al final, ninguna ley y ninguna acción serán suficientes si no hay un renacimiento moral de la persona. Václav Havel afirmaba: “Lo peor es que vivimos en un medio moral podrido. Estamos moralmente enfermos, porque nos hemos acostumbrado a decir algo diferente de lo que pensamos. Hemos aprendido a no creer en nada, a no fijarnos el uno en el otro, a ocuparse cada uno de sí mismo.
Ha quedado demostrado que la democracia, por sí misma, no genera una cultura de legalidad y transparencia. Se requiere algo anterior, más básico y fundamental, que es: el compromiso de vivir con coherencia personal, el deseo de educar a los hijos en valores trascendentes, la convicción profunda de querer construir una patria grande, donde todos vivamos mejor. Ese es el desafío.
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